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25 de mayo de 2018

Relato - La muerte de un mundo: Comienzos


Hola a todos, hoy en Profanus40k me ha dado por subir un micro-relato sobre la lista que por mi parte participará en la batallaca apocalíptica que llega en Julio. En mi caso está claro que serán Portadores de la Palabra, pero sus fuerzas en esa batalla tendrán cierto trasfondo, para darle sabor adicional...

El interior del Land Raider vibraba con el traqueteo de sus orugas atravesando tierra de nadie mientras un lejano retumbar de explosiones. Los Exterminadores de su interior se observaban entre ellos, expectantes. El mundo había sido invadido recientemente por las fuerzas del Caos, que habían sacrificado a la mayor parte de su población para realizar un ritual demoníaco. El Inquisidor de mayor rango de la flota de reconquista había previsto que aquello podría escapar de las férreas manos del Imperio y esperaba poder rescatar al gobernador planetario y al alto magister del Administratum residentes en el planeta antes de tener que tomar medidas peores.

Las fuerzas de los Marines Espaciales lo habían logrado, sus huestes se desplegaban en el norte, pero una punta de lanza había logrado arrebatarle este premio a los traidores, llevándolos con uno de sus Land Raiders a zona segura. O al menos eso pensaban...

El Land Raider dio un respingo y el gobernador chilló. Uno de los Exterminadores giró su enorme armadura para encararle y habló.
- Gobernador Sagitarus, tranquilizaos, a nuestro ado no hay nada que esa chusma traidora pueda conseguir.
- Ya, Astartes - dijo este con altivez - pero no es normal que las explosiones sigan cercándonos. ¡Piloto, situación! - Ordenó el Gobernador.
- Cuidado Gobernador, usted no es quién para exigir nada al Capítulo... - Respondió el Exterminador. - Hermano piloto. Informe.
Un chirrido inundó la sala, apenas audible. El Land Raider paró en seco, tirando a los pasajeros que no estaban sujetos con arneses al suelo del habitáculo y golpeando la ceramita de las hombreras de los Exterminadores.
- Por el Trono, ¡¿Qué ha sido eso?! - Gritó el magister, cuya cabeza estaba cubierta de sangre por un golpe contra los cierres de su asiento.

Los Exterminadores prepararon sus bólter de asalto y quitaron los seguros de sus armas con sonoros chasquidos. El sargento golpeó con fuerza el pulsador de apertura de la rampa frontal. Esta chirrió intentando abrirse, sin éxito. Un inmenso golpe levantó en el aire el Land Raider y la gravedad volvió a depositarlo en el suelo con violencia.
- Maldita sea, ¿qué ocurre? - maldijo el Sargento. - ¡Salidas auxiliares, despliegue Epsilon!
Las puertas auxiliares se abrieron y los Exterminadores salieron en tromba con sus armas en ristre, listos para la batalla. El gobernador liberó su arnés. El magister había perdido el conocimiento y yacía inmóvil en su asiento. Sagitarus se acercó para liberarle pero el estallido de una inmensa explosión cercana y una brutal oleada de calor resonó en el interior del Land Raider. No se oían disparos, solo un descomunal crujido y un portentoso resonar de un rugido de victoria de algo inmenso y monstruoso. Algo sacudió el suelo con su peso, haciendo vibrar hasta el interior del Land Raider que seguía con sus compuertas laterales abiertas. El viento exterior se adentró en el habitáculo llenándolo del olor de la muerte, el fuego y la destrucción.


Sagitarus se vio embargado por el pánico, dejó al Magister donde estaba y salió a toda prisa por una de las puertas auxiliares. El contraste de la oscuridad interior y del exterior le cegó un instante antes de recobrar la vista. Ante él se extendía un bosque en llamas y a sus pies los restos destrozados y ensangrentados del sargento de los Exterminadores, cuya mitad inferior del cuerpo se había vaporizado. Alzó la vista y vio al asesino de sus salvadores, un inmenso titán de batalla que parecía una burda imitación macabra de las gloriosas máquinas de guerra del Adeptus Titánicus. Este alzó la pata de nuevo y pisó, no una, ni dos, sino tres veces la parte superior del Land Raider hasta que por fin este cedión y quedó aplastado, como una lata vacía al ser pisada.
- ¡Terra! - profirió el gobernador antes de tirarse a un lado tapándose los oídos ante tremenda muestra de fuerza. El Warhound aulló como si estuviera vivo y vio como giraba una de sus armas para disparar a lo lejos. Su bláster de plasma se iluminó cada vez con más fuerza, pasando de unos tonos azules marinos a un blanco brillante antes de lanzar una oleada de energía líquida a un objetivo lejano.
Sagitarus corrió hacia el bosque en llamas mirando ocasionalmente a su espalda, esperando que el gigantesco monstruo de metal no percibiera su presencia. Sin embargo, los sistemas de rastreo y seguimiento de la inmensa máquina trazaron sus pasos en cuanto el descomunal titán acabó con su otro objetivo. Este se giró hacia el gobernador y agachó la cabeza como si ansiara devorarle. Rugió con sus megáfonos y se lanzó a la carrera tras Sagitarus, que ya se había desecho de su abrigo de gobernador y corría desesperado por su vida.
Llegó hasta los primeros árboles de las lindes del bosque, pensando que estos le permitirían salvarse, pero una serie de explosiones provocadas por el megabólter del Warhound despejaron los árboles a su alrededor, convirtiendo en un yermo decenas de metros de bosque. De un golpe con con uno de sus cañones, el Warhound tiró el arbol que cubría al gobernador a un lado, quedando ambos uno frente a otro. Los dos descomunales cañones del Titán apuntaron a Sagitarus y el titán resonó con una fuerza brutal cuando sus megáfonos hablaron.
- Gobernador... es un placer conocerle. Nuestro señor estará encantado de saber de usted...



Un rhino apareció en la distancia, cubierto de trofeos macabros y de colores carmesíes como la sangre. El Gobernador hizo el ademán de volver a echarse a correr pero un proyectil del megabólter disparado a 100 metros de él dejó un cráter tan profundo que le hizo abandonar esa idea. El rhino se colocó frente a él, estaba cubierto de escrituras y formas extrañas que le inspiraban un terror antinatural. Su rampa trasera cayó con un golpetazo y de él surgieron varias figuras con armaduras de Astartes cubiertas de escrituras y pergaminos y un horrendo símbolo demoníaco sobre un fondo en llamas.
- Portadores de la Palabra... - medio susurró el gobernador.
- Vaya, parece que aún se nos recuerda. Es algo halagador... - comentó la voz de un Astartes que surgió de dentro del blindado, su armadura estaba menos deformada que los demás, aunque de rojo y cubierto de escrituras, portaba una hombrera con el águila imperial y un rosarius de la eclesiarquía sobre su pecho, aunque ahí acababan las similitudes con uno de los sacrificados capellanes de los Adeptus Astartes del Emperador. Este se alzó y giró hacia el gobernador. Al mirarle directamente al yelmo, este tembló de terror.
- Kor Kaloth, el terror de Gralvia, el profanador de Mehesta...
- Sí... esos son algunos de mis títulos. Encantado de conoceros Gobernador. Sabed que vais a formar parte de algo glorioso, algo magnífico.
- Si muero, la flota leal realizará un Exterminatus sobre este mundo y acabará con todos vosotros.
- ¿Sí? Bueno, es algo que esperamos con ansia. El ritual debe continuar y vos sois una parte esencial para llevarlo a cabo, vuestra muerte y ese Exterminatus puede que nos ayude a lograr lo que deseamos. Molek, trae a nuestro querido gobernador, hay mucho que hacer...

Dijo girándose y entrando de vuelta en el rhino. Uno de los Portadores avanzó hacia el gobernador que empezó a correr. Un rápido tajo del cuchillo del traidor rajó los tendones de las piernas de Sagitarus, tirándole contra el suelo chillando de dolor. Sin hacer caso aparente a los alaridos del hombre, el Marine del Caos arrastró al gobernador por sus piernas ensangrentadas y lo llevó consigo al interior del rhino mientras el Warhound se ponía en marcha. Kor Kaloth habló.

- Infernus Rex, avanza hacia el siguiente objetivo.

La rampa del rhino subió lentamente mientras el gobernador era llevado al interior mientras gritaba y aullaba pidiendo clemencia. Sus alaridos quedaron acallados cuando la rampa se cerró y el rhino encendió sus motores, alejándose de aquel lugar desolado.

Y con esto se acaba esta intro, más información en futuras entradas a medida que se conforme la lista de mis Portadores de la Palabra para la batalla apocalíptica.

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